Cómo darte la oportunidad de disfrutar de tu cuerpo en verano

Estas palabras son para ti. Seas hombre, mujer, convivas con una mala relación con tu cuerpo o con tu alimentación, con algún TCA o lo hayas hecho en el pasado, tengas Lipedema, Linfedema o cualquier otra condición que te haya puesto el camino de la autoaceptación algo difícil.

El verano nos empapa de emociones.

Llega el momento de exponernos a muchas situaciones que no encontramos en otras estaciones del año. Parece que todo el mundo tiene que experimentar momentos inolvidables junto a familia y amigos, viajar y descubrir lugares exóticos o turísticos, desconectar de la rutina del trabajo y la guinda del pastel: lucir un “buen cuerpo” para ser digno de poder vestir con las prendas habituales de verano.

Si echamos la vista atrás, esta presión social hacia los cuerpos se cocina a fuego lento durante todo el año: tras las navidades los gimnasios y redes sociales se llenan de mensajes sobre perder los kilos cogidos durante las festividades. Y cuando la primavera ya es una realidad la situación se intensifica: anuncios sobre dietas que aseguran que perderás muchos kilos en pocas semanas… cremas anticelulíticas en publicaciones de influencers que no enseñan su celulitis o modelos con cuerpo de gimnastas de élite en todos los anuncios de bañadores masculinos. No importa dónde mires, el mundo te prepara para que ahora tú sientas esa incomodidad e inseguridad a la hora de mostrar tu cuerpo una vez las prendas de invierno se quedan atrás.

Aprender a darle valor a nuestra propia mirada.

Sé cómo has podido llegar a sentirte y cómo te sientes si tu cuerpo no entra en los cánones de belleza normativa. O si has llegado a recibir comentarios y miradas con desprecio hacia alguna parte de tu cuerpo. Tener que cubrir nuestra tripa, brazos, piernas y pasar calor porque otros en algún momento nos hicieron sentir insuficientes es algo que duele, pero podemos tomar consciencia sobre ello.

Es muy duro que sean nuestros propios ojos los que nos vean y nos traten mal cada día. No lo merecemos. Por eso te invito a cuidarte bonito. A acompañarte bonito.

Llegar a un lugar de cariño y respeto hacia nosotros mismos desde el que podamos reivindicarnos y decir: me niego a pasar calor por no ser agradable a tu vista. Es mi mirada la que me muestra el mundo, no la tuya… ¡es mi mirada la que importa!

Llegar a poder disfrutar de un día de piscina o playa sabiendo que somos suficiente con nuestras perfecciones e imperfecciones.

La autoaceptación y el amor por nuestro cuerpo no se puede conseguir por completo y en un solo día, es un camino que debe recorrerse con autocuidado. No se trata de todo o nada. Habrá días que no podamos revertir los pensamientos negativos sobre nuestro propio cuerpo y nos dé la sensación de no estar avanzando.

Créeme, todo forma parte de un cambio interno que necesita sus batallas y sus reposos.

Un ejercicio de reflexión interna que te va a ayudar:

Te invito a pensar en esa persona a quien quieres y amas con locura… pareja, amistad, familiar o hijo…

¿Te gusta todo de ella?

Seguramente no… y ¿eso te impide querer a esa persona? Respetarla, cuidarla, valorarla…

No se trata de aceptarnos 100% y que nos guste mostrar al 100% en cada parte de nuestro cuerpo o forma de ser… sino de aceptar que hay cosas de nosotras o nosotros mismos que no nos gustan…  y eso también está bien, es normal y no pasa nada.

Y no por ello merecemos dejar de respetarnos, cuidaros, valorarnos, querernos o amarnos con locura.

Al final se trata de cuestionar nuestro contexto y que seamos nosotros/as quienes decidamos qué nos gusta y qué es bonito… y no tanto la moda o lo que nos digan…

Y por último…. ¡Un regalo!

¿Cuántas veces nos hemos hablado o tratado mal cuando no nos hemos gustado? ¿Cómo nos hemos sentido tras rechazarnos a nosotras y nosotros mismos por cómo nos hemos visto? ¿Qué podemos hacer para sentirnos mejor?

Quiero regalarte este rarito de conexión entre tu mente y tu cuerpo para que puedas reconciliarme contigo, para que puedas dedicarte un momento para ti, aquí y ahora… mientras lees las siguientes líneas.

Si alguna vez has experimentado el perdón, evócalo unos instantes. Recuerda ese momento o esos momentos en los que tú has perdonado, pero también en los que tú has sido perdonada… Tómate unos segundos para respirar de forma pausada… siente en tus manos la respiración en tu pecho, en tu abdomen… captura las emociones que hay alrededor del perdón, sensación de paz, de descanso, de gratitud.

Sigue sintiendo tu respiración.

Abraza esas sensaciones y piensa en ti.

Piensa en tu piel, en tu rostro, en tus piernas, en tus brazos, en tu abdomen… ¡cuánta vida alberga!

Sigue abrazándote, la respiración quizás se acelere… recupera las sensaciones del perdón, del perdonar, del ser perdonada, del perdonarte…

Piensa en el miedo que hay en tu mirada cuando sientes dolor, cansancio, inflamación… piensa en lo injusta que puedes llegar a ser con tu capacidad de continuar, con tu fortaleza al sostenerte cada día, en tu valentía ante tanta incertidumbre…

Sigue respirando… con respeto a tu proceso, a los cambios que sufre tu cuerpo y al paso del tiempo… con respeto a todo lo que has vivido, estás viviendo y vivirás.

Siente el cansancio de batallar cada día, es normal sentirnos cansadas, agotados, derrotadas, enfadados, peleonas, frustradas, rendidas, reivindicativas…

Es normal, ¿cómo no estarlo con tanto silencio, incomprensión, presión social, expectativas ajenas y propias, autoexigencia, desinterés, juicios y prejuicios?

Es totalmente normal y comprensible.

Sigue respirando con toda la calma que puedas… quizás ahora resulte algo más complicado respirar profundamente y de forma pausada… Es momento de abrazarte con mucho cariño y respeto, de acompañarte bonito y de forma amable, de perdonarte.

Trátate como mereces, justo tal y como te necesitas en este momento y en todos los momentos en los que te necesites.

Quizás necesites llorar, gritar, reír… quizás te dediques una caricia o una mirada… quizás te encuentres. ¡Ojalá que sí, que te encuentres y reencuentres en una autocompasión de esas que sanan desde lo más profundo! Desde el perdón, respeto, gratitud y cariño.

Lo mereces. Te mereces.

No te olvides de parar a descansar siempre que lo necesites, atesora el respeto a tu proceso y la gratitud con todo tu recorrido, son parte de ti y son necesarios para poder perdonar y perdonarnos.

¡Cuídate bonito!

¡Perdónate bonito!

¡Acompáñate bonito!

Con mucho cariño, Estefanía del Barrio-Herguedas (@psicologia_en_armonia)